La flexibilidad, como concepto, es muy atractiva y está de moda. En la actualidad, podemos disfrutar de muchas cosas de manera flexible, sin ataduras, adaptándolas a nuestras necesidades o deseos. Por ejemplo, las bicicletas públicas o los patinetes eléctricos, o el alquiler de vehículos por horas: en cualquier momento, siempre que quieras. Sin embargo, siempre hay un límite: la disponibilidad del vehículo en cuanto a tiempo y lugar. Cuántas veces he acabado yendo a pie o en transporte público...
Esto nos lleva a los servicios digitales o en línea. Nuestros cursos de idiomas son completamente digitales, compuestos por dos pilares indispensables: la Academy y las clases. Ofrecer flexibilidad total es ciertamente atractivo. Sin embargo, la naturaleza misma de cada uno de estos pilares requiere una distinción entre ellos.
La Academy
Desarrollada por nuestro equipo de profesores y completamente dedicada y adaptada al contexto empresarial, nuestra plataforma de ejercicios y actividades de aprendizaje autónomo se considera un Software as a Service, por lo que no hay límites en cuanto a su disponibilidad. Siempre que el usuario quiera, puede utilizar la plataforma, de la misma manera que Google o Amazon nunca cierran. Es como la matrícula de un gimnasio, podemos ir en cualquier momento, pero con la ventaja de que nunca tenemos que esperar para usar una máquina: siempre está disponible. Esto es lo que entendemos por flexibilidad total y es la ventaja de lo digital. Por eso, un libro electrónico se puede distribuir y podemos acceder más fácilmente a él que un libro en papel.
Las clases
En este caso, sin embargo, las clases individuales se realizan en vivo con uno de nuestros profesores. Aunque también son virtuales, la disponibilidad de mi profesor es limitada. Sí, en este caso, el profesor es como una bicicleta: si está ocupado con otra persona, no puede estar conmigo. Además, solo puede trabajar un cierto número de horas al día. Algunas empresas resuelven este problema con un sistema que permite al alumno tomar clases con cualquier profesor disponible en el momento deseado. Sin embargo, aquí está el meollo del asunto: no es productivo desde el punto de vista pedagógico.
Ya lo hemos explicado antes y lo repetimos: no tiene sentido tener un entrenador personal diferente cada vez que voy al gimnasio; y la misma lógica se aplica a la enseñanza de idiomas. Un modelo de continuidad es el único que permite un concepto mucho más importante y que está en el nombre y en el centro de nuestro método: la personalización. Permite al alumno crear un espacio de aprendizaje óptimo, adaptado a sus necesidades, objetivos y ritmo, estableciendo un vínculo de confianza con el formador que contribuye a mantener la motivación y la atención elevadas durante el curso, y ayuda a que se pueda expresar sin miedo ni vergüenza en un nuevo idioma.
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